viernes, enero 04, 2013

capítulo 4


Capítulo 4: Adam, Príncipe y principio.


Fui a casa de Jonathan. Estaba con una chica. Muy guapa por cierto. Me la presentó:
-Ella es Patricia, mi novia.
-Hola, yo soy Elena, una amiga de la infancia.- Casualmente me sonaba su cara, no sé de qué, pero tenía el presentimiento de que a esa chica la había visto antes.- Me alegro de conocerte.
-Yo también soy una amiga de la infancia de Jonathan. Su madre y mi madre eran muy amigas.
-Ah, claro.- Dijo ásperamente.- Bueno pero seguro que no tanto como yo.
-Ejem, mejor me voy, no quiero causar molestias.
-Claro que no las causas mi vida, por favor no te vayas. Seguro que os llevareis bien.
Si claro, esa era una lagartona y me lo quería quitar. Eso ya lo veríamos. Ya sé de qué me sonaba, era la chica que estaba siempre vigilándole y con la que salió mientras a mí… Bua! Siempre la evité pero parece que el tiempo no perdona. Era más guapa que yo. Rubia, alta, ojos azules, la típica chica de ensueño de un hombre. Además estaba segura de sí misma. Ese era el problema que yo tenía, la inseguridad.
-Esto, no me puedo quedar solo venía a verte un rato pero como estás ocupado. Ya nos vemos luego, ¿vale?
-Pero…Bueno está bien. Te quiero.
Iba por mi calle cuando un mercedes paró delante de mí. Era Adam. El chico que me besó.
-Hola. ¿Me perdonas?
-¿Sabes qué?, que no estoy enfadada. ¿Puedes hacerme un favor?
-Claro lo que quieras.
-Llévame a un sitio y luego te recompensaré por ello.- Le giñé un ojo, parece que lo aceptó bastante bien.
Llegamos a casa de Jonathan y entonces él llamó a la puerta. Mi plan era que Adam entrara en la casa de Jonathan como analista. Y consiguió colarse. Entonces, mientras supuestamente, él arreglaba algo en la cocina, yo entré por la ventana que dejó abierta antes de ponerse a “trabajar”. Me colé pues y los vi. Vi como se le abalanzó y la besó. Esto me hizo mucho daño. Ella le siguió, tanto monta, monta tanto. Entonces llena de furia e ira fui los separé.
-Ejem, me pueden decir ustedes, ¿de qué van? Sobre todo tú, Jonathan.
-Em… Yo…esto… Todo tiene una explicación, y además, ¿cómo has entrado?
-Eso no importa, lo que importa aquí es lo que has hecho. Cómo has podido. Haber, si, explícamelo.
-Verás hacía micho tiempo que no la veía y bueno, la emoción.
-Claro, entonces conmigo te pasó lo mismo, ¿no?
- No, no, contigo es totalmente diferente.
-Ya, claro, pues no lo demuestras.
-JODER.
-Bueno señores yo ya he terminado mi trabajo.- Dijo algo satisfecho y percatándose de lo que había pasado.- No hace falta que me page.
-No lo pensaba hacer, puede irse, ¿o no ve que estamos discutiendo?
- Claro señor- Dijo riéndose.
-Yo me voy
-A no, bonita no, esto no ha acabado así.
La cogí de los pelos y la pegue un puñetazo.
-Así aprenderás, en cuanto a ti, no me vuelvas a mirar a la cara.
-Patricia, te necesito.
-No mientas, tú me dijiste que si me necesitara de verdad, me lo demostraría. ¿Por qué no haces tú lo mismo?
Abracé a Adam y le besé, sentí más que el otro día, entonces me agarró de la cintura y empezamos a besarnos con más pasión aún, rozando nuestras lenguas que ardían. Acariciaba su pelo y él se estremecía. Él empezó a bajar las manos por mi cadera. Me encantaba besarlo, jugar con sus labios a haber quien muerde antes. Era estupendo. Sin duda Adam podría ser el chico de mis sueños real. Subimos en el coche y me dejó en mi casa. Nos volvimos a despedir besándonos. No quería parar. Era un tornado de pasión enriquecida por despecho del que no podría salir aunque quisiera. Adam. Tan grande y tan astuto. Solo lo conozco de dos días y ya me apasiona. Era alto, rubio y con ojos azules. El típico Ken, de la Barbie. El típico tío, del que te enamorarías a simple vista. Tan dulce, tan guapo, tan suave. Su forma de vestir, chico Holliester total. El príncipe de cualquier princesa y el principio de una gran historia.
-Te quiero.
-Y yo.- No tanto como él a mi pero algo nacía en mi interior.


lunes, diciembre 31, 2012

Capitulo 3


CAPÍTULO 3
Me desperté, Jonathan no estaba por ningún lado. Entonces oí la puerta. Me asusté y me levanté muy deprisa. Era Jonathan venía de donde sus padres y me había comprado un vestido que quiso que me probara.
-Seguro que te quedará genial. Póntelo.
Me lo puse y sacó una cámara, empezó a hacerme fotos. Empezamos a jugar como cuando éramos niños. Salí corriendo por toda la casa, pero él corría más que yo y me alcanzó cayéndonos al suelo. Me besó lentamente. Me acariciaba la nuca con sus delicadas manos y las bajó hasta rozar mis piernas, me levantaba un poco el vestido. Casi estuvo a punto de llevarme a su cama, pero prefirió dejarlo para más adelante. Rozamos nuestros cuerpos en compañía de la música, luego me acompañó a mi casa. Mi madre todavía no había vuelto asique no me preocupe por decirle donde estuve. Entré en mi habitación, todo me recordaba a mi padre. Incluso olía a él. Me tiré en la cama y empecé a llorar desconsoladamente. Mi padre, me lo habían arrebatado de una manera tan fácil. No lo comprendo. Llamé a mi madre, no me cogía el teléfono, donde estaría. Salí a buscarle, pero estaba demasiado débil. Me quedé en casa. A la mañana siguiente supuestamente iba al instituto, pero me escaqueé. Me fui sin rumbo. Terminé en una carretera que no conocía. Llamé desesperadamente a Jonathan para que me recogiera, pero no podía venir, estaba trabajando asique hice auto stop. Me recogió un chico en un mercedes. Joven de unos 25 años. Empezamos a hablar y le conté toda la historia,  me quiso ayudar y me dio su teléfono, para lo que necesitara.  Me llevó a casa y se quedó conmigo. Estuvimos viendo la tele y cada vez estaba más cerca hasta que llegó un momento en que se me abalanzó y me beso. Me aparté muy deprisa pero despertó algo en mí, Creyéndose que lo había evitado, se fue. Pero antes me hizo prometerle que le llamaría. Me queda en shock, por la situación. Quizá debería haberme dejado llevar.
Sms:
-Alba, te necesito, ven a mi casa. Jonathan.
Fui corriendo, y me encontré con la puerta abierta. Él estaba en el baño.
-Alba, ha venido tu amigo Rubén.
-Dios! ¿Te ha hecho algo?
-Desgraciadamente no, ¿estás bien tú?
-Si… - Me senté encima de él y le cure las heridas como pude. Sangraba demasiado.- Te quiero Jonathan.
-Yo te amo, Princesa. Te necesito día a día a mi lado. Mi chica.
Sonreímos y nos besamos, pero ya no sentía lo mismo. No era posible. ¿Me habría encaprichado con él y ahora no lo quería?, algo estaba pasando.
-Patricia, te amo. Si supieras todo lo que significas para mí.
Si tú supieras lo que pasa ahora mismo por mi cabeza, te arrepentirías de haber vuelto. Dios!, que estúpida he sido. Me tengo que centrar más en él.
Sms:
-Patricia, siento lo de antes, de verdad estoy muy arrepentido. Te quiero.
Estoy confusa, él, o Rubén o Jonathan. Caso error.

domingo, diciembre 30, 2012

capitulo 2


CAPÍTULO 2

Esa noche me contó dormirme, fue estupendo haber estado a su lado. Como siempre sacándome una sonrisa. Sonó el teléfono. En la pantalla, ponía Rubén. No sabía si cogerlo o no, quizá era alguno de sus amigos para gastarme una broma. Me decidí y lo cogí. Al tiempo escuché unos llantos, y escuché su voz.
-Patricia, perdóname, sé que metí la pata y que quizás no quieras volver a verme nunca, pero necesito de ti, te necesito.
- Ya me has mentido bastante. ¿Crees que tengo ganas de seguir tragándome tus escusas?
-Patricia pero no lo entiendes, TE NECESITO.
Le colgué, no que quería seguir escuchando más mentiras. ¿Cómo era capaz de mentirme así? Volvió a sonar el dichoso teléfono pero esta vez no contesta supe que era él. Esperé a que se cansara de llamar y llamé a Jonathan. Quedamos en  el parque, necesita contárselo.
-No sé, no consigo olvidarle - Dije llorando- Es superior a mis fuerzas, encima me dice que me necesita, no puedo más.
-Patricia, lo que necesitas es alguien que te demuestre que de verdad te necesita, si no vuelve a por ti, es porque no te necesita.
Nos quedamos una rato mirándonos, entonces se me aceleró el corazón, tenía ganas de besarlo, de sentir lo que desde hacía 2 meses no sentía. Que estaba enamorada quizás. Me acarició la cara, cada vez estaba más cerca de mí, pero de repente se apartó. Se acarició la cabeza y me miró con los ojos muy abierto en muestra de pedirme perdón. Yo le abracé y nos quedamos un buen rato abrazados respirando a coro el uno con el otro sin pensar en nada. Olía a colonia, una colonia que me transportaba al recuerdo de Rubén. Todavía no he superado que me pusiera los cuernos con Ruth, todavía no sé ni por que seguía siendo su amiga, después de lo que me hizo. Pasaron 10 minutos estando abrazados y todavía seguíamos. Creo que yo soy la que necesita a Jonathan era yo. De repente paró un coche delante de nosotros. Bajaron la ventanilla y escupieron a Jonathan y se fueron. Él me llevó a casa, durante ese paseo no mediamos palabra. No quise parecer chismosa. Mi madre estaba muy preocupada, a mi padre lo habían ingresado. Le acababan de dar una puñalada en el tórax. Entonces fuimos corriendo al hospital, pero era tarde, mi padre había muerto. Tras el duro choque de mi vida. Me llamaron en teléfono oculto:
-(Carcajadas), Te necesito. ¡He sido yo!
Me estremecí. Sabía quién era, pero no porqué lo había hecho. Jonathan me miraba, y yo empecé a llorar, me dijo que me iba a poyar en todo y que pasara lo que pasara, siempre iba estar a mi lado. Me abrazó fuertemente contra su pecho mientras me acariciaba el pelo. Entonces levanté la cabeza y le besé. Fue un beso fugaz pero insinuante. Se dio la vuelta y me pidió que no hiciera eso nunca más. Yo me avergoncé y me fui corriendo. Abandoné el hospital y giré hacia la carretera, justo entonces le vi, era Rubén. Se fue corriendo y yo le seguí pero no puede detenerlo. Le perdí de vista. Jonathan me encontró y entonces vi que estaba arrepentido, estaba llorando y me dijo que había sido un tonto. Me beso dulcemente. Cada vez fuimos a más, sus labios sabían a lágrimas que todavía caían de sus ojos, me abrazaba con fuerza y me sentí plena. Mi madre seguía en el hospital, yo estaba preocupada por ella pero tenía que contarle a Jonathan lo que había pasado, le necesitaba. Esa noche, encontré unas botellas de vino en mi casa y me puse a beber, cogí una gran borrachera, tal es así que no sabía dónde me desperté, pero no era mi casa. Noté que me estaban agarrando por las muñecas y que me dolían los ojos. Me di cuenta al instante. Estaba con Rubén. Estaba en su cama, sin saber de dónde saqué las fuerzas y corrí. Pude salir. Cogí su coche y me fui hasta la casa de Jonathan. Allí me refugié en él.
-Patricia, ¿estás bien?
-Sí, pero tengo mucho miedo.
-No te preocupes, yo estoy a tu lado.
Me tranquilizó su compañía pero tenía una rara sensación de confusión. Algo me llamaba a que volviera con Rubén. No sé lo que pasaría esa noche pero, algo me decía que mi sitio era con Rubén. Quizás el vino de la noche me diera esa sensación. Me senté en la cama de Jonathan y me abrazó, sus manos eran cálidas y frotaban todo mi cuerpo para que entrara en calor. Le necesitaba. Entonces me abalancé sobre él y le tumbe en la cama. Pero empecé a llorar. No podía. De niños solíamos jugar a revolcarnos pero me invadía un gran sentimiento de culpa. Jonathan era un chico comprensible y cariñoso, asique me ayudó a tumbarme en la cama y me pidió que descansara. Que todo había pasado.

sábado, diciembre 29, 2012

capitulo 1


CAPÍTULO 1


Si, aún creo que me falla el recuerdo. Las ganas de besarlo y de tenerlo entre mis brazos me pueden. Si quizás no le hubiera dejado marcharse. Aún recuerdo sus caricias debajo de la lluvia, en aquella fiesta de fin de curso. Nuestro impulso de unirnos en uno. Cuando me agarró del brazo mirándome a los ojos y prometiéndome que me iba a querer siempre. Quizás no le tendría que haber dejado irse. De repente sonó el teléfono móvil., que me despertó de mis pensamientos.
Sms: Miriam
Patricia, Jonathan ha vuelto, te está esperando en la puerta del portal. Te quiero.
-No puede ser… él…- Pensé.
Me levanté corriendo y me vestí, mis mallas de leopardo y mi cazadora de cuero negra. Bajé las escaleras con el corazón a mil. Había vuelto, aquel chico del que me enamoré y del que no volví a saber nada. Era él, sin duda, cabello negro y ojos verdes. Iba vestido con una sudadera gris, unos pantalones rasgados azules y sus zapatillas Obey.
-Patricia, como has cambiado.
- Jonathan, ¿dónde has estado todo este tiempo?
-Pues, mi madre quiso que nos mudáramos y ya ves.- Se acariciaba la cabeza- Y ¿cómo estás?
- Muy bien, hace un montón de tiempo que no te veo, asique vamos a dar una vuelta y me cuentas.
-Como siempre, sigues siendo igual de sociable.
Nos reímos los dos al unísono. El seguía acariciándose la cabeza. Estaba muy tímido. Fuimos al parque. Estaba guapísimo, sentía la atracción que siempre tuvimos, pero ahora no quiero una relación, hace poco dejé que se escapara lo que yo consideraba el amor de mi vida. Compramos un litro de cerveza para los dos. Nunca pensé que beber sin celebrar era tan divertido. Me contó que había estado en Madrid centro estudiando, parece que a él le ha ido mejor que a mí. Estudió economía, tiene la carrera. Jonathan tenía unos 22 años, me contó que había vuelto porque había encontrado un trabajo de administrativo en la empresa Mario Blázquez. Me miraba un tanto extraño.
-Y eso fue todo, Oye, ¿cómo te ha ido a ti por aquí?
-Pues bastante mal. Los novios.- Echamos unas risas- Me duran menos que los tampax.
-Bueno, una chica tan guapa como tú, debería tener muchos, más bien todos los que quisiera.
-La verdad que no, y últimamente estoy bastante mal
Le conté lo mío con Rubén y pareció importarle mucho, incluso me aconsejó que le olvidase. Que si se había marchado, era para no volver. Me reconfortó bastante la idea de que me comprendiera. Pensé que siendo un chico, no entendería muy bien estas cosas. Me acompañó hasta mi casa, pero antes me izo prometerle que mañana me vendría a buscar al instituto y que yo le esperaría.  Subí corriendo y abrí el tuenti, cambié mi estado:
“Ha vuelto”.
Tengo un problema con él, he de reconocerlo. Es demasiado extraño, tengo la sensación de que me gusta, pero no como me han gustado otros chicos, él es diferente. Me acosté pronto pero no podía dormir, estaba muy nerviosa, no dejaba de pensar en que había vuelto. Me acordé de cuando éramos pequeños en el jardín de su casa. Nuestras madres eran muy amigas, asique pasábamos todas las tardes juntos, esto izo que nos hiciéramos muy amigos, incluso novios, sí, novios, que época tan bonita. Solía cantarme canciones y jugábamos a todo lo que yo quería. Siempre había sido muy romántico pero un día se fue y no volví a saber nada, hasta hoy. Todavía sonreía.
En su casa, Jonathan estaba tumbado en la cama con el móvil en la mano para mandarle un mensaje a Patricia, pero, ¿y si estaba dormida? Seguramente no. Pero ¿y si lo estaba? Se arriesgó: “Patricia, necesito confesarte algo” .No, era demasiado evidente, quizá hasta se asustaría al verlo, pensaría que tenía otras proposiciones y no le gustaría volver a verlo. No lo mando, pero lo intentó con otro: “Patricia, tengo ganas de verte mañana” .Pulso enviar y cruzó los dedos para que no pensara que tenía otras intenciones.
Patricia estaba empezando a quedarse dormida cuando sonó ese dichoso teléfono. Miro qué era, era un mensaje de Jonathan. Lo abrió inmediatamente: “Patricia, tengo ganas de verte mañana”. Eso la puso muy feliz y le contesto: “Yo también, hasta creo que tengo más ganas que tú, te quiero!” .Cuando le dijo te quiero fue extraño, sintió ganas de llorar pero esta vez pensando en Rubén.
Jonathan estaba esperando la contestación de patricia, justo cuando se disponía a ir al cuarto de baño sonó el teléfono y fue corriendo. Abrió el mensaje: “Yo también, hasta creo que tengo más ganas que tú, te quiero!”. Ese te quiero, le dejo impotente, pensó en ir y colarse por la ventana abrazarla y besarla hasta que los labios de ambos se cansaran. Los dos, cada uno en cada casa se fueron quedando dormidos. A la mañana siguiente, Patricia se levantó con más ganas que nunca, se vistió con unos pantalones rotos y una cazadora marrón, unos tacones marrones y su bolso de “Nike”. Su madre un tanto incrédula le preguntó:
-¿ A dónde se supone que vas así vestida?
-Mamá, voy al instituto que hoy tengo una representación, ¿no te acuerdas?
-Ay, lo siento hija, está bien. Vas muy guapa.
-Gracias mamá.
Salí disparada a buscar a mis amigas para contárselo, Lidia, no se lo creyó, por supuesto, que fuese a venir a buscarme y Ruth menos, pensó que solo iba a jugar conmigo un rato. Bueno Miriam, sí, sabía perfectamente que entre los dos había química y que eso iba a salir tarde o temprano. Pasaban las horas como una eternidad, cada clase era más larga. Era horrible. Pero sonó la campana y eso me izo acelerarme. Salí corriendo por los pasillos pero no estaba. Entonces vi que un coche aparcó delante de mía. Un “BMW” negro, precioso. Era él:
-¿La llevo, señorita?
-Por supuesto, caballero.
Subí en el coche, olía muy bien, era el aroma de su colonia. Le pregunté donde íbamos pero no obtuve respuesta alguna. Paramos en un museo; le llamaban el museo del Amor, por lo que decía la gente. Allí en una gran sala había una mesa para dos. Supuse que era para nosotros. Después de comer me llevó a mi casa, fue una velada estupenda, me lo pasé genial.