sábado, diciembre 29, 2012

capitulo 1


CAPÍTULO 1


Si, aún creo que me falla el recuerdo. Las ganas de besarlo y de tenerlo entre mis brazos me pueden. Si quizás no le hubiera dejado marcharse. Aún recuerdo sus caricias debajo de la lluvia, en aquella fiesta de fin de curso. Nuestro impulso de unirnos en uno. Cuando me agarró del brazo mirándome a los ojos y prometiéndome que me iba a querer siempre. Quizás no le tendría que haber dejado irse. De repente sonó el teléfono móvil., que me despertó de mis pensamientos.
Sms: Miriam
Patricia, Jonathan ha vuelto, te está esperando en la puerta del portal. Te quiero.
-No puede ser… él…- Pensé.
Me levanté corriendo y me vestí, mis mallas de leopardo y mi cazadora de cuero negra. Bajé las escaleras con el corazón a mil. Había vuelto, aquel chico del que me enamoré y del que no volví a saber nada. Era él, sin duda, cabello negro y ojos verdes. Iba vestido con una sudadera gris, unos pantalones rasgados azules y sus zapatillas Obey.
-Patricia, como has cambiado.
- Jonathan, ¿dónde has estado todo este tiempo?
-Pues, mi madre quiso que nos mudáramos y ya ves.- Se acariciaba la cabeza- Y ¿cómo estás?
- Muy bien, hace un montón de tiempo que no te veo, asique vamos a dar una vuelta y me cuentas.
-Como siempre, sigues siendo igual de sociable.
Nos reímos los dos al unísono. El seguía acariciándose la cabeza. Estaba muy tímido. Fuimos al parque. Estaba guapísimo, sentía la atracción que siempre tuvimos, pero ahora no quiero una relación, hace poco dejé que se escapara lo que yo consideraba el amor de mi vida. Compramos un litro de cerveza para los dos. Nunca pensé que beber sin celebrar era tan divertido. Me contó que había estado en Madrid centro estudiando, parece que a él le ha ido mejor que a mí. Estudió economía, tiene la carrera. Jonathan tenía unos 22 años, me contó que había vuelto porque había encontrado un trabajo de administrativo en la empresa Mario Blázquez. Me miraba un tanto extraño.
-Y eso fue todo, Oye, ¿cómo te ha ido a ti por aquí?
-Pues bastante mal. Los novios.- Echamos unas risas- Me duran menos que los tampax.
-Bueno, una chica tan guapa como tú, debería tener muchos, más bien todos los que quisiera.
-La verdad que no, y últimamente estoy bastante mal
Le conté lo mío con Rubén y pareció importarle mucho, incluso me aconsejó que le olvidase. Que si se había marchado, era para no volver. Me reconfortó bastante la idea de que me comprendiera. Pensé que siendo un chico, no entendería muy bien estas cosas. Me acompañó hasta mi casa, pero antes me izo prometerle que mañana me vendría a buscar al instituto y que yo le esperaría.  Subí corriendo y abrí el tuenti, cambié mi estado:
“Ha vuelto”.
Tengo un problema con él, he de reconocerlo. Es demasiado extraño, tengo la sensación de que me gusta, pero no como me han gustado otros chicos, él es diferente. Me acosté pronto pero no podía dormir, estaba muy nerviosa, no dejaba de pensar en que había vuelto. Me acordé de cuando éramos pequeños en el jardín de su casa. Nuestras madres eran muy amigas, asique pasábamos todas las tardes juntos, esto izo que nos hiciéramos muy amigos, incluso novios, sí, novios, que época tan bonita. Solía cantarme canciones y jugábamos a todo lo que yo quería. Siempre había sido muy romántico pero un día se fue y no volví a saber nada, hasta hoy. Todavía sonreía.
En su casa, Jonathan estaba tumbado en la cama con el móvil en la mano para mandarle un mensaje a Patricia, pero, ¿y si estaba dormida? Seguramente no. Pero ¿y si lo estaba? Se arriesgó: “Patricia, necesito confesarte algo” .No, era demasiado evidente, quizá hasta se asustaría al verlo, pensaría que tenía otras proposiciones y no le gustaría volver a verlo. No lo mando, pero lo intentó con otro: “Patricia, tengo ganas de verte mañana” .Pulso enviar y cruzó los dedos para que no pensara que tenía otras intenciones.
Patricia estaba empezando a quedarse dormida cuando sonó ese dichoso teléfono. Miro qué era, era un mensaje de Jonathan. Lo abrió inmediatamente: “Patricia, tengo ganas de verte mañana”. Eso la puso muy feliz y le contesto: “Yo también, hasta creo que tengo más ganas que tú, te quiero!” .Cuando le dijo te quiero fue extraño, sintió ganas de llorar pero esta vez pensando en Rubén.
Jonathan estaba esperando la contestación de patricia, justo cuando se disponía a ir al cuarto de baño sonó el teléfono y fue corriendo. Abrió el mensaje: “Yo también, hasta creo que tengo más ganas que tú, te quiero!”. Ese te quiero, le dejo impotente, pensó en ir y colarse por la ventana abrazarla y besarla hasta que los labios de ambos se cansaran. Los dos, cada uno en cada casa se fueron quedando dormidos. A la mañana siguiente, Patricia se levantó con más ganas que nunca, se vistió con unos pantalones rotos y una cazadora marrón, unos tacones marrones y su bolso de “Nike”. Su madre un tanto incrédula le preguntó:
-¿ A dónde se supone que vas así vestida?
-Mamá, voy al instituto que hoy tengo una representación, ¿no te acuerdas?
-Ay, lo siento hija, está bien. Vas muy guapa.
-Gracias mamá.
Salí disparada a buscar a mis amigas para contárselo, Lidia, no se lo creyó, por supuesto, que fuese a venir a buscarme y Ruth menos, pensó que solo iba a jugar conmigo un rato. Bueno Miriam, sí, sabía perfectamente que entre los dos había química y que eso iba a salir tarde o temprano. Pasaban las horas como una eternidad, cada clase era más larga. Era horrible. Pero sonó la campana y eso me izo acelerarme. Salí corriendo por los pasillos pero no estaba. Entonces vi que un coche aparcó delante de mía. Un “BMW” negro, precioso. Era él:
-¿La llevo, señorita?
-Por supuesto, caballero.
Subí en el coche, olía muy bien, era el aroma de su colonia. Le pregunté donde íbamos pero no obtuve respuesta alguna. Paramos en un museo; le llamaban el museo del Amor, por lo que decía la gente. Allí en una gran sala había una mesa para dos. Supuse que era para nosotros. Después de comer me llevó a mi casa, fue una velada estupenda, me lo pasé genial.