Capítulo 4: Adam, Príncipe y principio.
Fui
a casa de Jonathan. Estaba con una chica. Muy guapa por cierto. Me la presentó:
-Ella
es Patricia, mi novia.
-Hola,
yo soy Elena, una amiga de la infancia.- Casualmente me sonaba su cara, no sé
de qué, pero tenía el presentimiento de que a esa chica la había visto antes.-
Me alegro de conocerte.
-Yo
también soy una amiga de la infancia de Jonathan. Su madre y mi madre eran muy
amigas.
-Ah,
claro.- Dijo ásperamente.- Bueno pero seguro que no tanto como yo.
-Ejem,
mejor me voy, no quiero causar molestias.
-Claro
que no las causas mi vida, por favor no te vayas. Seguro que os llevareis bien.
Si
claro, esa era una lagartona y me lo quería quitar. Eso ya lo veríamos. Ya sé
de qué me sonaba, era la chica que estaba siempre vigilándole y con la que
salió mientras a mí… Bua! Siempre la evité pero parece que el tiempo no
perdona. Era más guapa que yo. Rubia, alta, ojos azules, la típica chica de
ensueño de un hombre. Además estaba segura de sí misma. Ese era el problema que
yo tenía, la inseguridad.
-Esto,
no me puedo quedar solo venía a verte un rato pero como estás ocupado. Ya nos
vemos luego, ¿vale?
-Pero…Bueno
está bien. Te quiero.
Iba
por mi calle cuando un mercedes paró delante de mí. Era Adam. El chico que me
besó.
-Hola.
¿Me perdonas?
-¿Sabes
qué?, que no estoy enfadada. ¿Puedes hacerme un favor?
-Claro
lo que quieras.
-Llévame
a un sitio y luego te recompensaré por ello.- Le giñé un ojo, parece que lo
aceptó bastante bien.
Llegamos
a casa de Jonathan y entonces él llamó a la puerta. Mi plan era que Adam
entrara en la casa de Jonathan como analista. Y consiguió colarse. Entonces,
mientras supuestamente, él arreglaba algo en la cocina, yo entré por la ventana
que dejó abierta antes de ponerse a “trabajar”. Me colé pues y los vi. Vi como
se le abalanzó y la besó. Esto me hizo mucho daño. Ella le siguió, tanto monta,
monta tanto. Entonces llena de furia e ira fui los separé.
-Ejem,
me pueden decir ustedes, ¿de qué van? Sobre todo tú, Jonathan.
-Em…
Yo…esto… Todo tiene una explicación, y además, ¿cómo has entrado?
-Eso
no importa, lo que importa aquí es lo que has hecho. Cómo has podido. Haber,
si, explícamelo.
-Verás
hacía micho tiempo que no la veía y bueno, la emoción.
-Claro,
entonces conmigo te pasó lo mismo, ¿no?
-
No, no, contigo es totalmente diferente.
-Ya,
claro, pues no lo demuestras.
-JODER.
-Bueno
señores yo ya he terminado mi trabajo.- Dijo algo satisfecho y percatándose de
lo que había pasado.- No hace falta que me page.
-No
lo pensaba hacer, puede irse, ¿o no ve que estamos discutiendo?
-
Claro señor- Dijo riéndose.
-Yo
me voy
-A
no, bonita no, esto no ha acabado así.
La
cogí de los pelos y la pegue un puñetazo.
-Así
aprenderás, en cuanto a ti, no me vuelvas a mirar a la cara.
-Patricia,
te necesito.
-No
mientas, tú me dijiste que si me necesitara de verdad, me lo demostraría. ¿Por
qué no haces tú lo mismo?
Abracé
a Adam y le besé, sentí más que el otro día, entonces me agarró de la cintura y
empezamos a besarnos con más pasión aún, rozando nuestras lenguas que ardían.
Acariciaba su pelo y él se estremecía. Él empezó a bajar las manos por mi
cadera. Me encantaba besarlo, jugar con sus labios a haber quien muerde antes.
Era estupendo. Sin duda Adam podría ser el chico de mis sueños real. Subimos en
el coche y me dejó en mi casa. Nos volvimos a despedir besándonos. No quería
parar. Era un tornado de pasión enriquecida por despecho del que no podría
salir aunque quisiera. Adam. Tan grande y tan astuto. Solo lo conozco de dos
días y ya me apasiona. Era alto, rubio y con ojos azules. El típico Ken, de la
Barbie. El típico tío, del que te enamorarías a simple vista. Tan dulce, tan
guapo, tan suave. Su forma de vestir, chico Holliester total. El príncipe de
cualquier princesa y el principio de una gran historia.
-Te
quiero.